Otra vez la paz

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Por: Rodrigo Villalba

A raíz del proceso en La Habana entre el Gobierno colombiano y las Farc en búsqueda de una salida negociada al conflicto interno patrio que lleva 50 años, cuando se reanudan las conversaciones para terminar el primer punto de la agenda -tema agrario-, acá en el país se abre un debate sobre si en este debe prevalecer la paz o la justicia, y los protagonistas son el Fiscal y el Procurador, en candente polémica con posiciones diametralmente opuestas sobre los dilemas jurídicos del proceso. El primero expresa que la Constitución privilegia el derecho a la paz por encima de la propia justicia retributiva, prevaleciendo la justicia restaurativa y las penas alternativas, buscando habilitar los actores armados; frente a la posición del segundo, que es más ortodoxo, quien critica el marco jurídico para la paz, con el argumento de que este “privilegia a los victimarios y sacrifica a las víctimas en el altar de la impunidad”, planteando que hay unos crímenes de guerra que bajo ninguna circunstancia pueden ser indultados.

Yo no soy “pazólogo” ni nada que se parezca, me he caracterizado por posiciones centradas, analíticas, reposadas y creo que es la oportunidad de la paz, por una circunstancia especialísima, veo por primera vez a la guerrilla en ánimo de pactar, porque están golpeados política y militarmente. Por supuesto, ellos no van a firmar si los mandan a la cárcel y no pueden reinsertarse en la sociedad y al aparato político. Pero hay otros actores del conflicto, las fuerzas armadas, que han podido incurrir en algunos delitos que de acuerdo con los entendidos nunca se les puede equiparar a un crimen político, y en consecuencia no podrían acceder a una justicia transicional.

Para llegar a la paz hay que hablar de negociación, hay que ser imaginativos, donde haya justicia; la paz no puede ser injusta que beneficie a una parte y discrimine a la otra. Situémonos en una posición ecléctica, pragmática, buscando ambiente de aceptación ciudadana y popular; en ese orden de ideas, debe lograrse con verdad, reparación de las víctimas y en muchos casos con penas alternativas para que actores del conflicto puedan habilitarse políticamente, porque preferimos “un guerrillero en el Congreso que en el monte causando violencia”; pero debemos tener en cuenta la contraparte (fuerzas armadas), que se han visto envueltos en ciertos procesos judiciales alrededor del conflicto.

Los ortodoxos y los “puristas” no estarán de acuerdo conmigo, pero si no se logra este equilibrio, la paz que es un bien superior, va ser imposible.

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