Por: Rodrigo Villalba
La confianza es clave para sostener cualquier relación, bien sea del hogar, los negocios, la empresa y en cualquier actividad que se emprenda en la vida, y las Farc están minando la confianza al proceso de paz que están adelantando con el gobierno central.
De manera equivocada al terminar la tregua unilateral que la insurgencia había decretado, ha reactivado una agresiva ola de secuestros y violencia con la vieja estrategia de endurecer posiciones para ablandar la contraparte, pero ojo, porque “el tiro le puede salir por la culata”. A la opinión pública le repulsa y puede minar la confianza colectiva dando al traste con la propia negociación en La Habana.
Si bien es cierto que la gran mayoría de colombianos está de acuerdo con la salida política al conflicto, y es lógico que en cualquier país civilizado si hay una solución negociada hay que abordarla, también es cierto que con los antecedentes de la zona de distensión y el ensayo de El Caguán hay un alto grado de escepticismo y desconfianza. Acordémonos de que este gobierno, como los anteriores, funciona por encuestas, dosis de respaldo y favorabilidad frente a sus acciones. Si el presidente en un momento dado encuentra un ambiente enrarecido u hostil, puede levantarse de la mesa.
Como es real que las negociaciones se están adelantando en medio del conflicto, también es real que los colombianos quieren hechos de paz. Nadie entiende con facilidad que se encuentren los representantes de las partes en una mesa de negociación, donde comuniquen avances pero a lo largo y ancho de la geografía patria se registren secuestros, actos terroristas y acciones armadas contra la fuerza pública y población civil. No juguemos con candela; si hay voluntad para llegar a una exitosa negociación tienen que irse silenciando fusiles y mandando efectivos mensajes de paz y convivencia.
Con las acciones de la semana que termina, lo que se ha causado es desconfianza y ambiente negativo al proceso, dándole pie a que detractores y enemigos de este se envalentonen y comiencen a pasar la cuenta de cobro. O las Farc frenan la estrategia del endurecimiento para ablandar la contraparte o minan el proceso.
Tampoco hace bien Enrique Santos Calderón, hermano mayor del presidente y quien lideró los acercamientos con la subversión hoy se “despache” contra importantes figuras nacionales y afirme que la negociación está ligada a la reelección presidencial. Hizo bien el presidente Santos al “desmarcarse” de su consanguíneo, desautorizándolo con la célebre frase de los dirigentes liberales Espinosas, afirmando que Augusto es Augusto y Abdón es Abdón.