El pasado 22 de abril celebramos el Día internacional de la Madre Tierra. El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se refiere a este día como la “…oportunidad para reafirmar nuestra responsabilidad colectiva de promover la armonía con la naturaleza en un momento en el que nuestro planeta se encuentra amenazado por el cambio climático, la explotación insostenible de los recursos naturales y otros problemas creados por el hombre. Cuando creamos amenazas para nuestro planeta, no solo ponemos en peligro el único hogar que tenemos sino incluso nuestra futura supervivencia”.
Según Naciones Unidas, en los próximos veinte años, el mundo necesitará al menos un 50% más de alimentos, un 45% más de energía, un 30% más de agua. Por tanto nos sigue llamando la atención por la lenta respuesta del mundo a las emergencias generadas por el calentamiento de la Tierra, por los daños que nuestra imprudencia está causando al planeta y por la falta de conciencia mundial acerca de la interdependencia que existe entre los seres humanos, las demás especies vivas y nuestro planeta.
Aunque se ha avanzado en generar conciencia social sobre el tema ambiental, implementar políticas acertadas debe incluir la educación que juega un papel preponderante como motor de transformaciones colectivas. El respeto por nuestro planeta y la naturaleza como sujetos de derechos, debe inculcarse desde los primeros años de estudio y continuar su desarrollo durante todos los ciclos educativos, reforzándolo siempre a través del ejemplo; además el Estado debe dar la pauta y ser garante de la protección al patrimonio ambiental, reflejándolo claramente en todas sus decisiones administrativas.
En Colombia, con la ley 99/93 se le entregó al Ministerio de Medio Ambiente en coordinación con el Ministerio de Educación Nacional, los programas de educación ambiental: “Dotar, conjuntamente con el Ministerio de Educación Nacional, de los planes y programas docentes y el pénsum que en los distintos niveles de la educación nacional se adelantarán en relación con el medio ambiente y los recursos naturales renovables, promover con dicho ministerio programas de divulgación y educación no formal y reglamentar la prestación del servicio ambiental”
Nuestra reflexión para la urgente y permanente generación de conciencia y educación ambiental, la hacemos alrededor de una valiosa herramienta educativa que nos permite cuestionarnos y nos reta a examinar nuestros valores y a trabajar en equipo, con una ética global por la defensa del patrimonio ambiental común para todos los seres que habitamos el planeta, “La carta de la Tierra” –http://www.cartadelatierra.es-, un instrumento formativo, en el cual encontraremos las acciones que cada ser humano puede emprender desde los principios de respeto, cuidado, integridad ecológica, justicia social y económica, democracia y noviolencia para participar de la conservación y preservación del planeta.
“La carta de la Tierra”, hoy más vigente que nunca, es una declaración de principios éticos fundamentales que busca inspirar en todos los pueblos un nuevo sentido de interdependencia global, de responsabilidad compartida para el bienestar de toda la familia humana, de la gran comunidad de vida y de las futuras generaciones. “Para seguir adelante, debemos reconocer que en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común”.
“La carta de la Tierra” es una visión de esperanza, una llamada a la acción, para unirnos y “…crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz”; una guía para asumir nuestra responsabilidad colectiva de promover la armonía con la naturaleza, en nuestro único hogar hasta ahora, la Tierra.
Este artículo también lo pueden encontrar en:
http://www.elmundo.com/portal/opinion/columnistas/la_carta_de_la_tierra.php
http://eugenioprietosoto.wordpress.com/2013/04/28/la-carta-de-la-tierra/